Lo nuevo de EA Originals sobrepasa las expectativas y nos da mucho más que un Monster Hunter vitaminado con elementos de construcción a lo Fortnite.
Hemos tenido la oportunidad de jugar anticipadamente a Wild Hearts, lo nuevo de Electronic Arts bajo su sello EA Originals, y aunque teníamos dudas sobre su planteamiento, el producto final nos ha parecido bastante satisfactorio.
No somos de hacer análisis concienzudos de videojuegos, bien lo sabéis, pero nos picaba mucho la curiosidad por probar este título y hacer una reseña de lo que nos ha parecido. Queríamos conocer de primera mano si esta fórmula entre crossover de Monster Hunter con las construcciones de Fortnite tenía algún tipo de sentido.
Y vaya, nos ha sorprendido. Evidentemente, incluir a Fortnite en todo esto es simplificar demasiado el asunto. Wild Hearts no se parece en nada a un battle royale como el de Epic Games. Era una manera de referirse a él por uno de sus elementos principales, el cual han llamado karakuri.
Este simpático nombre es el otorgado a la mecánica jugable y narrativa más novedosa introducida por los desarrolladores. Una habilidad que nos permite levantar máquinas o construcciones que nos ayudarán a movernos por el mapa y atacar a los gigantescos enemigos, los kemono.
Por lo que ya tenemos también a una especie de Minecraft en la ecuación. También rozando el palo esta referencia, por supuesto. Pero vamos a tomarnos una pequeña pausa para explicar un poco la historia de Wild Hearts.
Vamos a recorrer un Japón feudal donde los kemono viven e imponen su ley. Estas criaturas son capaces de cambiar corporalmente y modificar el terreno que les rodea. Pueden cambiar el aspecto de una porción de terreno por completo, así como su clima.
Para intentar acabar con ellos existen los cazadores, y lo habéis adivinado: nosotros seremos uno de ellos. Pero también tendremos nuestra dosis de importancia dentro de este mundo. Seremos una especie de elegido, ya que podremos utilizar una tecnología para construir todo tipo de objetos, la ya mencionada karakuri.
Aquí llega la principal diferencia con el mencionado Monster Hunter: es indispensable para progresar dominar esta mecánica. Nos salvará la vida y comprenderemos que nuestra manera de jugar se tendrá que adaptar a la tecnología otorgada.
Lo más sencillo es utilizar cajas para acceder a lugares inalcanzables, pero pronto veremos que estas construcciones son permanentes, por lo que podremos diseñar un mundo a nuestro antojo y, sobre todo, para enfrentarnos con los kemono.
Lo fácil también es saltar sobre una caja recién creada para atacar a la criatura, pero necesitaremos más complejidad para avanzar. No solo podremos atacar, sino también defendernos de sus ataques. De hecho, construir muros y barreras para el monstruo son ideas magníficas a la hora de enfrentarnos a él. Podrá caer en trampas con las que quedará a nuestra merced para atacar sin piedad durante un periodo de tiempo.
Ojo a esto porque nos parece fundamental. Las batallas podrán ser muy complicadas sin usar el karakuri. O hasta insalvables en algunos casos. Son largas y en ocasiones prima más la resistencia a los ataques. No dudéis en conocer muy bien la tecnología que nos brindan nada más comenzar el juego.
Wild Hearts tiene una estupenda mecánica. Muy divertida cuando se usa, aunque también tenemos que destacar lo que menos nos ha gustado del juego. Lo primero y más evidente es el apartado técnico. En PC ocurre más de lo que debería en los últimos meses, pero las caídas de FPS no deberían existir de esta manera tan escandalosa. No hemos probado el juego en una máquina de última generación, pero debería ser suficiente para jugar en condiciones sacrificando un par de aspectos gráficos.
El problema es que en consola también ocurre en menor medida. Iba a decir que nos hemos malacostumbrado al parche del día uno, pero no es nuestra culpa. El jugador debería recibir el juego igual de pulido el primer día que dieciocho años después. No está ocurriendo en líneas generales y eso es algo que no podemos dejar que suceda. Los primeros en exigir una mayor calidad en el producto que nos llega desde el primer día debemos de ser nosotros, los medios de comunicación. Y así lo haremos. Ya sea el caso de este Wild Hearts, del próximo The Legend of Zelda o de Hogwarts Legacy. Estoy seguro que con los distintos parches los problemas técnicos se solucionarán. Tarde, pero se podrá jugar bien en unos días (o incluso el mismo día de lanzamiento, algo que nos congratularía).
Me queda finalizar con el segundo aspecto más problemático de Wild Hearts. Que al final no lo es tanto. El juego puede llegar a convertirse algo monótono cuando llevar muchas horas jugando. Pero cuando escribía estas líneas me he dado cuenta que todo depende del jugador. Nos ofrece herramientas necesarias para no caer en esa monotonía como si esto fuera una relación entre un futbolista y una cantante. No caer en ella dependerá de ti, por lo que si usas el karakuri para crear un mundo propio, a buen seguro te lo pasarás en grande durante mucho tiempo. Y si lo juegas con amigos gracias al cooperativo cruzado (Xbox, PlayStation y PC), Wild Hearts se convierte en una delicia.