Hablar de Starcraft significa hablar de historia del deporte electrónico, y es que el título de Blizzard es discutiblemente y casi sin querer el que dio el pistoletazo de salida a la masificación que hoy vemos como algo normal e imparable, pero que a comienzos de este siglo era una absoluta rareza. Pese a que Starcraft 2 no ha conseguido el mismo éxito que el primer título (y en especial su expansión Brood War), un videojuego que se convirtió en toda una religión en Corea del Sur y comenzó a sentar las bases de la que a día de hoy es la meca del deporte electrónico.
Parte de la grandeza de Starcraft es que a diferencia de otros gigantes de los esports, los jugadores se miden en duelos de uno contra uno y no por equipos, lo que hace de este una batalla a muerte que puede recordar a una partida de ajedrez en la que presión y responsabilidad recaen sobre una persona.
Con el remake del Starcraft original en camino, la segunda parte sigue ofreciendo una escena competitiva que viste sus mejores galas en las World Championship Series. En la DreamHack de Austin se disputó una de ellas, que terminó con el estadounidense Alex "Neeb" Sunderhaft como campeón del torneo al superar al polaco Artur "Nerchio" Bloch en la final.
La final se disputó al mejor de siete, con Neeb manejando a los Prottos y Nerchio a los Zerg. Favorito antes del torneo, Neeb tuvo que sudar más de la cuenta para lograr su victoria final. Las primeras cuatro partidos fueron de una gran igualdad táctica, terminando 2-2 de cara al quinto partido. Fue aquí cuando Neeb rompió la final a su favor, acorralando a Nerchio en su propia base y presionando con inteligencia, retirándose y volviendo según lo necesitase. Neeb controló el mapa y decidió en cada momento cuando se iban a disputar las batallas.
Un resultado final de 4-2 le daba el título a Neeb, que pese a la igualdad en el marcador siempre controló con sus Protoss el destino final del torneo en Austin, Texas.