Además de maltratadora, acusan a Alinity de conspiración
Además de maltratadora, acusan a Alinity de conspiración / Alinity Divine

Dicen que los gatos tienen siete vidas, pero todavía no hay dichos populares en referencia a la supervivencia de los streamers de Twitch. La polémica surgida a raíz del trato que Alinity Divine mostró en directo hacia su gato Milo está lejos de solucionarse, alcanzando tintes de prensa rosa.

La presión social alrededor del tema llegó a una protectora de animales de la misma localidad de Alinity, que dieron acuse de recibo de las denuncias. "Estamos investigando una queja por crueldad animal", publicó la asociación Saskatoon SPCA, que también se comprometía a revisar personalmente el estado de los animales.

La propia streamer aseguraba que pondría todas las facilidades a la ONG para que revisara el estado de Milo, sus otros dos gatos y el perro con el que convive, denunciando además el acoso que está recibiendo en los últimos días. "Por favor, dejad de preguntar a mis vecinos si estoy en casa. Es terrorífico".

El caso ha llamado la atención de la comunidad por la benevolencia con la que Twitch ha tratado el asunto. Conocida por su rectitud a la hora de cumplir las normas, la plataforma de vídeos ha hecho oídos sordos a las numerosas quejas que pedían el cierre del canal, mientras que la propia streamer decía que había hablado con responsables de la misma y que no corría peligro de suspensión.

Mientras algunos comentarios argumentan que quizá hayan estimado que el maltrato no ha sido tal, hay quien ofrece una explicación más truculenta. Concretamente KEEMSTAR, otro influencer con casi tres millones de seguidores, quien insinúa que Alinity conoce intimidades del personal de Twitch en Canadá que podrían desestabilizarles en ámbitos profesionales y personales.

"Sé la basura que tienes sobre los trabajadores de Twitch", avisa Keem. "No podrás tirar de ella para siempre. Porque la voy a soltar yo. Querido personal de Twitch, id contratando a abogados especializados en divorcios".

Seguro que ni Alinity, ni PETA, ni los atónitos espectadores de Twitch que observan este espectáculo se imaginaban los bochornosos límites que podría alcanzar esta historia. Con los ingredientes del exhibicionismo, el maltrato animal y oscuros cotilleos habrá quien saque palomitas, mientras que otros solo desearán un hogar estable y amoroso para Milo. Se han equivocado de sector, nos tememos.

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