El retirado periodista charló sin pelos en la lengua con David Broncano: esta vez su víctima fue Ibai y no le pudo importar menos al vasco.
Soy de aquellos de los que cuentan haber crecido con José María García sonando en el dial de la radio cada noche. Fue, de cierta manera, un referente para mí, y si ahora estoy escribiendo estas líneas, es porque un día lo sintonicé y no dejé de escucharlo durante muchos años.
A García se le pueden otorgar méritos, uno tras otro, por toda su trayectoria. Como también se le deben afear miles de situaciones y una manera de actuar éticamente difícil de justificar. Si existiera una balanza para nivelar lo bueno y lo malo, es muy probable que cayera en el lado oscuro.
Un buen día, uno cualquiera, García pensó que era buena idea despedirse no haciéndolo. Finalizó uno de sus programas como de costumbre y sus últimas palabras de la noche fueron, de verdad, las últimas que resonaron en el dial. Nunca más se volvió a escuchar su habitual sintonía —el tema 'Love Song' de Simple Minds, que manda narices lo de canción de amor—. Se retiró como quiso y, quizá, soñó: dejando a la gente con la boca abierta.
A pesar de su abrupta salida, García siempre ha sido una sombra, una amenaza constante para todos aquellos que ocuparon su puesto. Ha dado cientos de entrevistas, no ha dejado títere con cabeza —como solía afirmar— y los abrazafarolas le han temido hasta hace bien poco. Probablemente, le siguen temiendo.
Aprovechando la promoción de la serie/documental Supergarcía de Movistar Plus+, ha vuelto a rememorar sus grandes éxitos y abordar el estado actual del periodismo deportivo. También ha elegido una nueva diana, en cuyo centro se encuentra la figura de Ibai Llanos. Sin quererlo ni beberlo, el vasco ha vuelto a ser señalado porque un día fue a cenar con Leo Messi, como si tuviera que pedir perdón por ello.
No solo fue a comer con Messi, sino que además acudió invitado a la presentación del astro argentino en París y esto sacó de sus casillas a un buen grupo de periodistas deportivos, que vieron como el streamer se encontraba donde ellos querían estar.
Los iluminados reporterillos de tres al cuarto, totalmente exaltados, se presentaron a filas en sus respectivos medios para defender la profesión del invasor. ¿Qué hace Ibai en París si no es periodista? ¿Qué le va a preguntar si no es periodista? ¿Por qué cenó con él si no es periodista? ¿Por qué [inserte aquí lo que desee] si no es periodista?
García, que normalmente vomita bilis cuando habla del periodismo, se posicionó junto a sus compañeros. Lo hizo en el programa La Resistencia, ante un David Broncano cuyos esfuerzos estaban dedicados a defender la normalidad de ir a cenar con quien a uno le dé la gana y asistir de invitado al sarao que considere, ya sea en París o en Albuquerque.
"A Ibai no le admiro, pero le respeto", explicaba García. En cuanto sonaba el "pero" ya se veía hacia dónde iba: "No le admiro porque no es periodista. No puede pisarle a los periodistas una noticia, irse a casa de Messi y no hacerle una sola pregunta que merezca la pena". En fin...
Ahora es cuando tendría que dibujar en este texto un emoji de payaso. Hace un tiempo, ya prudencial, tuve la osadía de comparar a Ibai con José María García. ¡Cómo se me ocurrió! Aunque en realidad sigo pensando en esa línea: son dos portentos de la comunicación, cada uno de su época. Ambos han hecho mucho por su medio, aunque para alcanzar a García, Ibai va a tener que empezar a insultar a todo el que pase por delante. Su balanza sigue en en lado luminoso.
Por el momento, el vasco se ha conformado con decirle, básicamente, que fue a casa de Messi porque le salió de los koisitos y que no se encontraba allí en calidad de periodista, ni mucho menos. "En casa de Messi lo que hice fue comer tequeños, no era momento de preguntar nada". Y se ha quedado tan a gusto.