La vida del influencer tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. En el lado positivo, lo normal es que los profesionales de este sector viven de algo que les apasiona. Por otra parte, si lo que te apasiona no te da para vivir, tienes que buscarte la vida de maneras inesperadas.
Belle Delphine pertenece a este último género. En vez de retransmitir partidas o, qué sé yo, recomendar productos de belleza, esta británica de nombre real desconocido se dedica a posar con más o menos gracia y más o menos ropa. Normalmente menos en ambas cosas. Quizá por ello acumula 4,5 millones de seguidores que siguen sus ocurrencias a través de Instagram.
Además de por Patreon (las también llamadas "limosnas del siglo XXI"), el método de financiación de Belle se limitaba a la venta de posters por el módico precio de 50 dólares (eso sí, estaban firmados). Al subir habitualmente fotos mientras se daba baños de burbujas, la influencer tuvo una súbita visión de negocio: vender el líquido elemento sobre el que retoza.
Dicho y hecho, a 30 dólares el bote vendió varios cientos en pocas horas, en un ejercicio de imaginación por parte de Belle y delirio en el lado de sus seguidores digno de estudio. Y eso que alguno de ellos llevó el agua a analizar y no encontró ni el más mínimo rastro de ADN humano en los frascos. ¿Querrá esto decir que se trata de una muñeca?
El caso es que el ElRubius tomó nota del escándalo y realizó un movimiento empresarial todavía más ambicioso: vender sus propios frascos de agua gamer. "¡Agua salida del manantial de tu chico gamer favorito!" reza la descripción en la tienda oficial del youtuber, donde también hay disponibles durante unos días camisetas y gorras. Otros detalles garantizados son el "sabor a chico gamer 100%", el "PH neutro para todo tipo de pieles y lenguas", así como asegurar que es "apta para el consumo humano e inhumano".
A diferencia de Belle Delphine, ElRubius no anda corto de fuentes de financiación, por lo que considera su creación un objeto de coleccionismo de un valor incalculable. Bueno, él lo calcula en diez mil millones de euros, pero habría que consultar a tasadores expertos para ver si se ajusta a precio real de mercado. Por comparar, el cuadro más caro que se ha subastado fue el 'Salvator Mundi' de Leonardo Da Vinci, que se quedó en unos miserables 382 millones de euros. Calderilla.