El battle royale de Epic Games se ha convertido en un revoltijo de personajes y referencias a la cultura popular que, en ocasiones, desconcierta.
Pocas colaboraciones de Fortnite han generado tanto interés entre los jugadores como la de Dragon Ball. Pero hype no es lo único que ha causado esta unión, también desconcierto. Mucho desconcierto.
No creo que sea el único al que le resulta surrealista —y algo terrorífico— ver a Goku sujetando un fusil de asalto o a Ariana Grande recibiendo un Kamehameha lanzado por el mismísimo Rick Sánchez. Y no, no estoy hablando de un sueño producto de la fiebre, sino de una escena que, perfectamente, podría ocurrir ahora mismo en Fortnite.
El battle royale de Epic Games se ha convertido, así, en una trituradora cultural, un multiverso en sí mismo que devora sin digerir iconos pop (en el sentido más amplio de la palabra pop) para, después, escupirlos y juntarlos sin ningún tipo de lógica.
En la Isla de Fortnite conviven en dudosa armonía skins de superhéroes, streamers, personajes de anime, cantantes y todo lo que podamos imaginar. Un día puedes ser TheGrefg y, al otro, Thanos. A priori esto puede parecer increíble, no voy a juzgarlo, pero la tendencia indica que estos crossovers les resultan cada vez más extraños a los jugadores.
Sin embargo y aunque parezca paradójico, quizás esta extrañeza sea el verdadero espíritu de nuestro tiempo. Vivimos tiempos innegablemente extraños, confusos, desordenados. Nuestra cultura es la del collage, la de la fusión, donde elementos que no tienen nada que ver tratan de encontrar el orden dentro del caos.
¿Llegará esta sensación de desconcierto a saturar a los jugadores de Fortnite? Puede ser que sí o puede ser que no. La fórmula, por el momento, funciona a la perfección y no tiene pinta de que Epic Games vaya a detener el infinito carrusel de referencias de su juego estrella.