Es hora de asumir que los streamers de éxito son celebridades

El nombre de Ibai Llanos no resulta indiferente para nadie del mundo de los deportes electrónicos y cada vez es más reconocido en otras esferas, por lo que no es de extrañar que haya logrado atraer cada vez mayor atención mediática.

Esta semana ha trascendido una entrevista en la que habla de diversos temas y en redes sociales se ha sacado, al menos en cierta forma, de texto una de sus declaraciones para criticar que las condiciones en las que trabaja, que se han llegado a tildar de "explotación laboral".

El tuit en cuestión se viralizó rápidamente y finalmente hasta el propio Ibai Llanos ha entrado al trapo negando que sean unas malas condiciones, aunque las críticas por "exponer" a la autora del tuit han hecho que termine por borrarlos para no hacer más grande una bola de nieve que, en realidad, ya era imparable.

El fondo del asunto es que la profesión de Ibai Llanos es muy particular y ni siquiera tiene un número de trabajadores tan alto como para que se haya entrado en materia en lo que a regulación se refiere, por lo que tildarlo de explotación laboral ciñéndose a los estándares de otros oficios es, como mínimo, atrevido.

Los streamers tienen un calendario muy variable y creo que la clave es considerarlos personajes públicos al uso, como podrían ser un cantante, un deportista, un actor o cualquier tipo de celebridad. Con lo que ello conlleva y el aumento en la presión conforme mayor relevancia se adquiere.

En esta tesitura parece difícil pensar que su trabajo no termine por mezclarse también con otras esferas de su vida privada, sobre todo cuando hablamos de alguien de tanta relevancia como Ibai. Y que no pueda desconectar del todo de redes sociales o de su personaje, aunque no es deseable, no significa que esté explotado, puesto que es algo habitual en otras profesiones similares.

Así pues, no solo parece atrevido tildar la vida de Ibai de explotación laboral, sino que resulta bastante sorprendente que se haga teniendo en cuenta la cantidad de personajes públicos que, en la práctica, están igual o peor. Pero es lo de siempre: el mundo del gaming no es bien recibido por todos.