La vida es eso que sucede entre stream y stream
La vida es eso que sucede entre stream y stream

Nuevas formas de entretenimiento, nuevas formas de esclavitud

El vertiginoso crecimiento del mundo del streaming es motivo de celebración pero, tal vez, deberíamos plantearnos encontrar una solución a las maratonianas jornadas laborales de los creadores de contenido.

Hace unos pocos años, un buen amigo mío perdió el trabajo. No uno cualquiera, sino el trabajo de sus sueños, ese por el que había sacrificado pareja, familia, ocio e, incluso, salud durante largos —y duros— años.

La desesperación, esa sombra que a todos nos invade en los peores momentos, hizo que se le encendiera la bombilla: comenzaría a stremear en Twitch, al menos hasta que encontrase otro curro. Yo, claro, no supe ni qué decir.

Con el paso de los meses, mi amigo consiguió empezar a vivir de sus directos. Pero pronto, la felicidad se convertiría en una ansiedad galopante. "Tío, no puedo dejar de stremear. Soy un esclavo de las subs. Sin ellas no como, no puedo pagar el alquiler", me dijo un día desde su silla gaming, poco después de finalizar un directo de 10 horas. Tras las luces LED del setup, tan solo pude intuir a la persona que alguna vez conocí.

Sobre mi amigo no hay mucho más que contar. Más tarde encontró un trabajo estable de oficina y el fantasma de la ansiedad se desvaneció como "lágrimas en la lluvia". Nunca más se le ha vuelto a pasar por la cabeza la idea de stremear.

Su caso, por supuesto, no es único y ni siquiera el más duro que nos podemos encontrar. Muchas de las grandes figuras del ecosistema del entretenimiento digital han expuesto en más de una ocasión sus precarias condiciones laborales.

Romantizar el éxito —quizás también deberíamos replantearnos el significado de esta palabra— nos ha llevado, como espectadores, a normalizar por completo que nuestros streamers favoritos carguen con jornadas que superan, por mucho, las 40 horas semanales.

En un mundo donde cada vez se defiende más la salud mental, algo así suena contradictorio, ¿verdad? Hemos asumido que el modelo de consumo de nuestro ocio se basa en toneladas y toneladas de contenido diario sin pensar en las personas que lo producen.

Aquí alguien podría pensar que, si los streamers dedican tantas horas a los directos, es porque quieren. Pero nada más lejos de la realidad, ya que las condiciones de Twitch y el miedo a perder viewers y subs hacen que su profesión, muchas veces, sea poco menos que un callejón sin salida. O te esclavizas o te hundes.

Todos nos escandalizamos, y con razón, cuando vemos a un camarero que trabaja 14 horas al día por un sueldo mensual de 800 euros. Pues esto es lo mismo por mucha pasta que puedan ganar algunos streamers, porque hay dos cosas que el dinero nunca podrá comprar: un dinosaurio, como diría Homer, y el tiempo.

Y para terminar con otra cita legendaria, John Lennon dijo una vez que "la vida es eso que sucede mientras haces otros planes". Sin embargo, si el Beatle se hubiese dedicado a la creación de contenido, la icónica frase sería muy diferente: "la vida es eso que sucede entre stream y stream".

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