Cuando siempre ganan los mismos
Escribiendo sobre la enésima victoria en España de Joan 'Shanks' Namay este año, en la redacción de Movistar eSports surgió un debate. ¿Es raro que un jugador o un equipo someta un esport a su tiránica superioridad? ¿Acaso es malo que alguien sea, paradójicamente, tan bueno?
No es algo tan extraordinario que existan individuos o clubes que tengan un periodo prolongado de gloria. Que se lo digan al G2 de Rainbow Six Siege o al Astralis legendario de 2018. Capaces de ganarlo todo a nivel colectivo, y tan respetados como temidos.
En el mundo de la lucha, al ser un esport individual, las personalidades cobran un peso mayor. Ha habido Daigos, Caipers o Goichis que, en cada torneo que pisaban, se convertían en una apuesta segura para la victoria. Y esto no tiene por qué ser algo negativo.
Es algo que sucede también en el deporte tradicional. Si Rafa Nadal o Federer caen en el grupo de un tenista aspirante a hacerse un nombre con su raqueta, el desconocido puede tomarse la situación de dos formas opuestas: motivándose o dándose por vencido. Y lo mismo sucede con un jugador de Street Fighter armado solo con su arcade stick.
Mientras que algunos pueden desanimarse viendo que un jugador es el referente imbatible de un título, otros pueden tomarlo como inspiración: "si algún día soy tan bueno como él, ése será el día en el que pueda derrotarlo". Es la mística que acompaña a los juegos de lucha por definición, y una actitud que puedes aplicar al resto de tu existencia (al menos eso dice el libro de Daigo Umehara).
El número uno en un título de lucha suele ser objeto de críticas. Le pasó a Olivier 'Luffy' Hay en el EVO de 2014, cuando su escurridiza Rose vencía al Sagat de Masato 'Bonchan' Takahashi. El francés recibió numerosos reproches de la comunidad, que veían en sus distancias, su mando de PlayStation 1 y en las ventajas inherentes del personaje un espectáculo menos vistoso. Sin embargo, los mejores jugadores del mundo tomaron nota y hasta felicitaron a Luffy por descubrir un nuevo estilo muy difícil de contraatacar.
Es una situación diferente a la que sucede ahora mismo con Shanks en territorio nacional. El catalán no ha descubierto ninguna frontera 'prohibida', es simplemente buenísimo. Reflejos de gato, encadenación de combos, ejecución de especiales en el momento justo... qué demonios, ¡si hasta es majísimo! Pero al igual que con Luffy, Punk o Go1, su habilidad sirve de incentivo para que otros quieran superarlos.
El concepto de que "cualquiera puede ganar" es el combustible que comparten todos los deportes. Los mejores en cada disciplina son los que marcan los estándares, y eso no significa que sean invencibles. Es cuestión de que otro usuario dé con la clave para ser mejor que su rival, y que se active el ciclo de superación tan saludable y necesario para cualquier esport. Que se lo digan a María 'Pitvyper' Uwanawich en la escena internacional de Tekken.