¿Es bueno el franquiciado para Call of Duty?
Call of Duty ha revolucionado sus deportes electrónicos tras modificar su principal competición, para convertirla en un sistema de franquicias, un movimiento que ha dejado fuera a muchas de las organizaciones y clubes que hasta el momento habían apostado por el juego. ¿Es buena esta decisión para Call of Duty? Analizamos los casos de otras ligas de franquicias.
Los responsables de deportes electrónicos de Activision Blizzard han decidido cambiar totalmente el rumbo competitivo de Call of Duty y, por ello, en 2020 la competición de élite mutará en un sistema de franquicias muy similar al de uno de los proyectos estrella de la compañía, la Overwatch League.
El sistema es idéntico y ha consistido en el pago de una importante cantidad —se ha estado hablando de 25 millones de dólares— por formar parte de la liga. Solo doce ciudades y organizaciones han sido seleccionadas, varias de ellas coincidiendo con la Overwatch League.
Es el caso de Nueva York (Sterling VC), Atlanta (Atlanta Esports Ventures), Toronto (OverActive Media), París (C0ntact Gaming), Dallas (Team Envy), Florida (Misfits) y Los Ángeles por partida doble (Immortals Gaming Club y Kroenke).
Otras, como Minnesota (WISE Ventures), Chicago (NRG Esports, propietarios de San Francisco Shock) y Seattle (Aquilini Group, propietarios de Vancouver Titans) son nuevas en la liga, mientras que Londres cambia de dueño, ya que ahora será propiedad de ReKTGlobal (Rogue) y no de Cloud9.
La reducción en el número de equipos y la entrada de nuevas organizaciones ha llevado aparejado, inevitablemente, que algunas organizaciones que estuvieron en la pasada edición de la CWL Pro League se hayan quedado fuera. Es el caso de Team Reciprocity, Evil Geniuses (campeones en 2018), Gen.G, 100 Thieves o eUnited, campeones del mundo este año.
LA AUSENCIA DE HERETICS
Aunque la lista de equipos que se han quedado fuera es casi interminable —de hecho, solo unos pocos de la CWL Pro League estarán el próximo año— la ausencia que más ha trascendido en la comunidad española es la de Team Heretics.
El único club nacional que estuvo la pasada temporada en la CWL Pro League, y en el Mundial, comunicó a sus aficionados el pasado 14 de septiembre que los responsables de la liga no habían contado con ellos como una de las franquicias para estar en la primera temporada de la Call of Duty League.
Team Heretics no formará parte de la Call of Duty League en 2020. pic.twitter.com/oq6jCyvdVE
— Team Heretics (@TeamHeretics) September 14, 2019
El encargado de comunicar esta decisión fue Jorge 'Goorgo' Orejudo, quien reconoció que pensaban que la iban a tener y que no fue hasta el último momento cuando supieron que no era así y que Activision se había decantado por Londres como segunda ciudad europea en lugar de Madrid.
Heretics destacó que su intención es estar en caso de que en un futuro se amplíe el número de plazas de la liga, como ya sucedió con la Overwatch League, que de su primera temporada a la segunda pasó de 12 a 20 equipos. No obstante, Team Heretics, la próxima temporada, no competirá en Call of Duty.
¿ES BUENA LA 'CDL' PARA EL CALL OF DUTY COMPETITIVO?
La decisión de Heretics de abandonar Call of Duty, pese a su intención de apostar todo por este juego, abre un debate muy interesante en la comunidad del shooter, ya que la restricción de la liga a tan solo unas pocas organizaciones —varias de ellas con nulo historial en la franquicia— puede tener un impacto significativo en el ecosistema de clubes.
Si es positivo o negativo es algo muy difícil de calibrar, ya sea tanto en la vertiente como deporte electrónico del juego como en la de los propios clubes. En el primer caso, sí se puede ver cómo han respondido los espectadores al cambio de formato y si ha seguido generando interés en términos de audiencia.
El portal EsportsCharts recoge los datos de muchos torneos y si comparamos las audiencias de Overwatch, de antes de la Overwatch League y de después, podemos ver que los picos han crecido claramente. Destaca especialmente la primera temporada de esta competición, en la que se llegó a más de 437 000 concurrentes durante la primera fase de la competición, gracias a la enorme expectación que consiguió generar.
De cara a su segundo año, y pese a que se ha incrementado el número de equipos, se han reducido los picos durante la fase regular y el tope ha sido de tan solo 297 000. Pese a esta pérdida de interés (que bien podría responder a que en algunos países se ha comenzado a retransmitir por televisión), siguen siendo datos superiores a los que se lograron antes de esta competición —en la primera Overwatch World Cup el máximo de concurrentes fue de 231 000, por ejemplo—.
No se puede decir lo mismo de las competiciones regionales. En el caso de la Contenders europea, que jamás tuvo grandes audiencias, su pico de concurrentes ha pasado desde 34 000, antes de la Overwatch League, a solo 16 000 este verano, siendo la tendencia cada vez más descendente.
Analizando el caso de Overwatch, por tanto, podemos ver como un sistema de franquiciado puede beneficiar a la mayor competición y que acapare más atención, pero por el contrario también puede desembocar en que se pierda totalmente el interés por otro tipo de competiciones regionales.
EL CASO DE LEAGUE OF LEGENDS
League of Legends también ha pasado a un sistema de franquicias en algunas regiones como Norteamérica o Europa, por ejemplo. Su éxito en la LEC —el franquiciado europeo— ha sido rotundo, ya que alcanzó un pico de más de 800 000 espectadores este verano frente a los menos de 500 000 del último split de la EU LCS, también de verano.
Ahora bien, ¿qué ha pasado con las competiciones que vienen por detrás? Es más complicado de analizar, porque la última temporada de la Challenger Series tuvo audiencias muy dispares: 114 000 en primavera frente a 36 000 en verano, por lo que parece que dependía en buena medida del interés que despertasen los equipos participantes.
La Challengers Series ha sido sustituida por el European Masters. Los picos de audiencias fueron de 77 000 en verano de 2018 y de 61 000 en primavera. Pero curiosamente, los espectadores medios fueron superiores en primavera (32 000) a los del verano anterior (27 000), así que parece que el interés incluso se ha incrementado.
En España no hay discusión posible, ya que la Superliga Orange prácticamente ha duplicado sus datos de audiencia (tanto en audiencia media como en pico de espectadores) de una temporada a la otra tras la introducción de la LEC.
Por tanto, los datos dejan bastante claro que para Europa, al menos en lo que a audiencias se refiere, la entrada del sistema de franquiciado sí ha sido beneficiosa tanto a nivel élite como para el nivel regional, quedando la incógnita del paso intermedio, en el que lo normal sería que se redujese drásticamente por la pérdida de la posibilidad de ascenso.
¿SON BUENOS LOS FRANQUICIADOS?
Los ejemplos de ligas que apuestan por el franquiciado son todavía escasos y llevan poco tiempo activos. Por si fuese poco, cada liga de franquicias tiene sus peculiaridades, ya que unas abogan por la creación de una marca exclusiva —al más puro estilo de las grandes ligas deportivas norteamericanas— mientras que otras prefieren que los clubes utilicen sus marcas ya existentes. Además, la Overwatch League es una gran liga global, mientras que en League of Legends encontramos varios franquiciados regionales.
La respuesta a si es bueno un sistema franquiciado para un deporte electrónico es que, en realidad, no hay una respuesta clara. Solo los clubes saben si están encontrando lo que buscan con inversiones tan grandes y la muestra en lo observable es todavía demasiado pequeña y circunstancial para poder aventurarse a decir algo.
No obstante, es lógico pensar que un franquiciado sí puede ser beneficioso para una liga, ya que dota de tranquilidad a los equipos y les deja trabajar sin tener que pensar en perder la categoría. Para el resto de niveles competitivos probablemente no sea tan bueno, ya que les pone un techo muy definido.
Tampoco se puede esperar que todo el mundo acoja igual de bien esta clase de formato. Los norteamericanos —o los aficionados al deporte norteamericano— sí estarán mucho más familiarizados con un sistema así, aunque es probable que en Europa la falta de descensos y de premio al mérito deportivo pueda generar desinterés. Porque, al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta una buena lucha por el descenso?